martes, 14 de noviembre de 2006

I. Introducción

Aún no sé cómo ni porqué, pero lo cierto es que llegué a este pueblo llamado Roquedal. Así fue como comprobé que era cierto lo que en mi niñez había escuchado. “Cuando viajes hacia el sur hasta que el mar te impida el paso, habrás llegado a Roquedal”.

Y sin darme cuenta, allí me encontraba llevando como compañeros una maleta con la ropa imprescindible, mi guitarra y mi coche. Me parecía estar en un sueño, puesto que siempre había escuchado hablar de este pueblo como un sitio que vive en nuestra imaginación, pero jamás creí que fuese real.

Roquedal. Ahora lo tengo delante de mí, y no sé si pararme a pasar aquí unos días o volverme y buscar aventuras en otra dirección.

De perdío al río” pienso. Atravieso todo el pueblo, mientras me voy fijando en sus blancas casas y avanzo por sus estrechas calles. Los pocos habitantes con los que me voy cruzando, mi miran fijamente y parece que nunca han visto nadie que no fuese del pueblo.

He llegado a la playa y aparco el coche junto a una casita que parece un restaurante (es extraño que no tenga ningún letrero en toda la fachada). En la parte trasera hay una terracita (que más bien parece la terraza de un restaurante de verano) que da al mar, en la que hay varias mesas vacías, excepto una que está ocupada hay una joven leyendo un libro.

Me siento en la mesa vacía que hay junto a la joven y observó que el libro que está leyendo es “Desayuno en Tiffany’s” de Capote. Ella me observa intentando que yo no lo note.

- Buenos días – le digo mientras me acomodo y me quito la chaqueta

- Buenos días – responde ella sin hacer ningún movimiento.

- Un día precioso para leer.

- Eso parece – me responde cerrando el libro y prestándome su atención-. No eres de por aquí ¿verdad?

- No, voy viajando sin rumbo fijo y he parado aquí para descansar un poco.

- ¡Genial! – me responde alegremente -. ¿Piensas quedarte algunos días?

- Umm.. pues no lo había pensado – dudo un instante antes de seguir y me fijo en que tiene una expresión juvenil que me gusta y me lamento por no haberlo notado hasta ahora. También noto que me gusta que me tutee y no me hable con formalismos innecesarios -. ¿Hay algún hotel, pensión o algún sitio para los que vienen de fuera?

- ¿De fuera? – no puede reprimir una sonrisa - No suele venir mucha gente de fuera de Roquedal, pero sí que hay un sitio en el que poder quedarse. Precisamente estás sentado en él.

- ¿Si no viene gente de fuera qué sentido tiene que lo haya?

- Pues porque una cosa no quita la otra. Que no venga gente de fuera, no quiere decir que no venga nadie.

- ¿Y qué sentido tiene?

- Hay un grupo de habitantes del pueblo que acude a este sitio para pasar sus ratos de ocio. Algunos vienen a leer, otros a escribir, otros a pintar. De vez en cuando se reúnen todos juntos y hacen alguna actividad en común, casi siempre relacionada con la lectura.

- Suena interesante…

- Oye, tengo que irme – me interrumpe mientras se levanta -. Espero volver a verte. Si entras por esa puerta, hacia la derecha encontrarás a la encargada del hotel. Habla con ella y quédate unos días.

- Gracias, supongo que no pasa nada porque me quede un día.

Me dirijo hacia la puerta de acceso al hotel y me vuelvo para ver cómo se aleja hacia la playa cruzando la arena en dirección a la orilla. Me doy cuenta que no sé su nombre y le pregunto a gritos. Ella se vuelve, me mira sonriendo y se vuelve de nuevo hacia la orilla. “Agatha” me grita mientras está de espaldas.

Cruzo la puerta que me ha indicado Agatha y giro a la izquierda tal como me ha dicho. Pienso en lo raro que me resulta todo. Dentro hay un salón comedor en el que las mesas están preparadas para ser utilizadas, pero no hay nadie. Continúo por un pasillo y al fondo veo el mostrador de lo que debe ser la recepción, en la que tampoco hay nadie.

Junto al mostrador veo un gran libro que mide unos dos metros y medio de alto por dos de ancho, lo que hace que me quede un tanto estupefacto.

Llevo esperando unos minutos en los que he estado observando las hojas del enorme libro y que para mi asombro contiene citas de novelas de Bukowski, Auster, Dickens, Dumas y Collins. Sigo esperando hasta que veo que hay una pequeña campanilla como la que suele verse en películas (yo nunca he visto una hasta ahora) y al tocarla no pasan ni 10 segundos hasta que aparece una muchacha que trae bajo el brazo un ejemplar de “El Conde de Montecristo”. En el pecho lleva una plaquita que pone “Haidé”.

- Buenos días. Mi nombre es Haidé. ¿En qué puedo ayudarle?

- Busco alojamiento. ¿Tienen alguna habitación libre?

- Por supuesto. ¿Cuánto tiempo se quedará?

- Pues… - pienso dubitativo porque no sé si es buena idea o no, y estoy a punto de echarme atrás.

- No lo tiene decidido, ¿verdad? No se preocupe, tenemos habitaciones suficientes, así que puede quedarse el tiempo que necesite.

- ¿Le importa si primero subo, me doy una buena ducha y me cambio de ropa? Llevo varias horas conduciendo y me gustaría relajarme un poco.

- Por supuesto. Sólo necesito su documentación para ir rellenando la ficha del club.

- ¿El club? – pregunto con cara de asombro mientras le entrego mi DNI.

- Verá, esto no es precisamente un hotel. Es… - hace una pequeña pausa antes de continuar mientras yo la sigo mirando asombrado – una especie de club social.

- No entiendo qué quiere decir.

- Ya lo comprenderá. Le aconsejo que suba y se relaje. Luego lo verá todo más claro.

- Bien, voy a ir a por mis cosas al coche. ¿Para salir?

- Siga el mismo camino por el que vino, pero en sentido inverso.


No sé si la chica se está riendo de mí, pero ahí la dejo mientras vuelvo sobre mis pasos y recojo mi maleta y mi guitarra y sigo pensando que todo es muy extraño en este sitio. Cuando vuelvo la chica tiene algo similar a un tarjetero de piel sobre el mostrador.

- Aquí tiene la llave de su habitación. Me he permitido darle nuestra “suite Marfil”. Espero que no le suponga un inconveniente.

- Tranquila, el dinero es el menor de mis problemas en este momento.

- ¿Es usted músico? - me dice mientras señala mi guitarra con la cabeza.

- Ohh, no – le digo con un ladeo de cabeza y una sonrisa -. Puede estar tranquila que no les molestaré con ella. Llevo mucho sin tocar, pero no quería dejarla en el coche.

- No se preocupe, si lo desea puede tocar. No molestará a nadie.

- Bueno, no lo haré de todas formas. ¿Por dónde se llega a las habitaciones?

- ¿No lo adivina? – me dice mientras se echa a reír y yo sigo pensando que alguien se lo está pasando en grande a costa mía.

- Pues la verdad es que no.

La chica señala con la cabeza hacia el gran libro mientras se ríe.

- ¿Estás de broma?

- ¿No conoce la historia de Ali-Babá?

- No pretenderás que diga “Ábrete Sésamo” – digo entre enfadado y estupefacto.

- No – me responde mientras sigue sonriendo -, claro que no. No se ofenda, pero le creía más inteligente. Vamos, pruebe. No tenga miedo.

Entonces llegan a mí las palabras necesarias para abrir la puerta y sonrío. Me acerco al libro y enuncio las palabras mágicas casi sin esperar que ocurra nada.

- “Ábrete libro”

El libro se parte en dos ante mi asombro y mientras las hojas se deslizan hacia ambos lados puedo ver un diminuto pasillo. Miro hacia la chica, que me anima con la cabeza a que entre, mientras sigue sin perder la sonrisa.

Camino hacia dentro y oigo que a mis espaldas las puertas se cierran. Veo que el pasillo llega a su fin y puedo tomar dos direcciones. Un cartel me informa que hacia la izquierda están las “Salas de Reunión”. Miro hacia la derecha y veo unas escaleras y un ascensor que indica “Suites”. Pulso el botón de llamada y caigo en la cuenta que no he preguntado a la chica en qué planta está la habitación, puesto que en la tarjeta sólo pone Marfil. Dudo si volver atrás, y en ese momento el ascensor se abre y observo que en el cuadro de mando los botones no tienen número, sino nombres. Pulso el que pone Marfil y tras unos segundos, las puertas vuelven a abrirse y me encuentro en un recibidor. Compruebo que todo en él es de Marfil y me quedo asombrado.

A un lado veo una puerta con un cartel en el que pone:

SUITE MARFIL
BIENVENIDO AL
CLUB SOMOZA

Creo que voy a pasar más tiempo del esperado en este sitio.



4 comentarios:

José Angel Muriel dijo...

Estos personajes me suenan. Mucho.

JR Gálvez dijo...

Y más que te van a sonar.

Anónimo dijo...

I want it all,
I want it all,
I want it all,
and I want it now.

Ya sabes, manos a la obra y cuelga ya la próxima entrega.

MOH VEMOH

Anónimo dijo...

Lo mismo te digo, continúa, nos tienes en ascuas.