DECISIONES (Parte I)
El día llegaba a su fin.
James paseaba por la piscina del hotel mientras contemplaba la preciosa puesta de sol. Notó que alguien se le acercaba por la espalda.
-Hola David. ¿Qué tal tu día? - le dijo sin siquiera darse la vuelta.
-Bien jefe, como siempre. Ya ves... trabajo en un hotel paradisíaco, mi jefe me paga bien, conozco hermosas mujeres... no creo que pueda quejarme.
-Te basas demasiado en las cosas materiales amigo. No deberías acostumbrarte.
-Veo que sigues afectado por lo de Cynthya. Deberías pasar página. - dijo David mientras le ponía su mano sobre el hombro – Debes asumir que mañana se irá y no volverás a verla.
-No sé, amigo... Las mujeres siempre se pegan a mí buscando una vida sin preocupaciones, una tarjeta de crédito, y todos los caprichos que puedo darles. Con ella ha sido distinto. Desde el primer momento se interesó por mi, y no por este hotel. Le he ofrecido quedarse aquí, darle todo eso que toda mujer quiere. Le buscaría un trabajo en una cadena de televisión de aquí para que no tuviera que volver a pasar teletipos en ese periodicucho para el que trabaja. Y mírala, ahí la tienes en la piscina, sin preocupaciones.
-Jefe... no te lo tomes a mal, pero ¿te has parado a pensar que ella es feliz con ese trabajo y en ese país?
-Eso es lo que más me mosquea. La impotencia de saber que teniéndolo todo, me falta lo único que realmente deseo.
-Jejejeje, no te quejes tanto, que ahí viene tu amiga, os dejo.
James se quitó las gafas de sol. Mientras las guardaba en su traje veía como Cynthya se acercaba a él. Su cuerpo dorado por el sol, recién salido de la piscina brillaba como el oro.
-¿Está disfrutando de su estancia en el Hotel, señorita Mancini? - Le preguntó James, como si fuese una cliente más.
-A decir verdad... estoy un poco enfadada. Me dijeron que esta noche cenaría con el Gerente del Hotel, pero aún no he recibido la invitación.
-¿Le parece bien dentro de una hora en la terraza del bar?
-Estupendo James. No me hagas esperar, sabes que no lo soporto – le dijo mientras le guiñaba un ojo.
-Tranquila señorita Mancini, mi obligación es atender las prioridades del Hotel, y usted es una de ellas.
Cynthya se despidió con un cálido beso en la mejilla de James, que lo dejó sumido en un mar de pensamientos. De nuevo David se acercó por detrás para hablar con su amigo.
-Jefe... vas a cometer un error.
-Joder David, deja de llamarme jefe cuando no hay gente delante. Sabes lo mucho que me molesta.
-Vale jefe – le dijo mientras echaba a correr entre risas – no volverá a pasar.
James salió corriendo detrás de él y lo tiró al suelo y empezaron una pelea de esas que los dos se pegan sin hacerse daño, rodando por el césped del hotel. James se levantó y se sacudió el traje, mientras dijo a su amigo.
-Ahora tendré que cambiarme de traje por tu culpa. Da gracias a que eres el único que quiere trabajar conmigo, que si no ya estarías despedido.
-A eso y a que Mamá te pidió que cuidaras de mí... jefe – dijo otra vez entre risas mientras se alejaba esquivando una posible reacción de James.
-Da gracias a que no está por aquí, si no cambiaría de opinión. Me voy que no quiero hacer esperar a Cynthya.
James se fue a su habitación a cambiarse de ropa y acicalarse para su última noche junto a la mujer con la que había compartido los últimos meses.
Cynthya esperaba en la barra del bar con una copa de Martini en la mano. Llevaba puesto un vestido de seda blanco que contrastaba con su morena piel. James la vio desde la entrada al Restaurante y se quedó perplejo una vez más ante su belleza. Se acercó lentamente a ella, por la espalda para sorprenderla. La agarró por la cintura, la abrazó desde atrás y le susurró al oído.
-Una mujer tan bella no debería ir sola por este hotel.
-Estaba esperando a alguien, pero viendo que se retrasa le pediré a usted que me haga compañía – dijo ella mientras se daba la vuelta y lo miraba fijamente.
-Le aseguro que no se arrepentirá, señorita Mancini.
Se cogieron de la mano y fueron hacia el restaurante. James la condujo a un lugar reservado en el que podrían estar a solas. Retiró la silla en gesto de caballerosidad y se sentaron.
-Me he tomado la libertad de elegir el menú. Ya sabes, spaghettis.. para que te sientas como en casa – dijo James bromeando.
-Ojalá aquí tuvierais esos platos, y no las cosas esas que pones, con unos nombres impronunciables – contestó ella con una sonrisa.
-Bueno, pues aquí estamos... supongo que no hay forma de que cambies de idea.
-James, ya lo hemos hablado. Mi vida está en Palermo. Tu vida aquí, en este hotel en el que tienes todo por lo que has luchado en los últimos años.
-A ti no te tengo
-Claro que no, porque yo soy sólo una ilusión. Soy una simple redactora del montón de un periódico de tirada local de Palermo, a la que su padre el mafioso le regaló unas vacaciones en un hotel del Caribe para que se olvidara de un mal novio.
-Hablas como si entre nosotros solo hubiese ocurrido una aventura – dijo James mientras le cogía la mano.
-Sabes que no. Sabes que ha sido muy intenso, y que me hubiera gustado conocerte en otras circunstancias, en otro sitio, con otra vida.
-¿Por qué no te quedas aquí? Estaremos un par de años, hasta que David pueda hacerse cargo del Hotel, y entonces volveremos a Europa.
-No James, ya lo hemos hablado. Yo vuelvo a mañana. Esto es muy bonito, tú eres el hombre más maravilloso que he conocido nunca y me encantaría compartir mi vida contigo. Pero mi vida está allí. Mi trabajo, mi rutina, mi familia, mis amigos. Disfrutemos de esta noche juntos, y mañana... mañana será otro día.
Disfrutaron de esa última noche juntos como si fuera la más larga y a la vez más corta de sus vidas. Pasearon por la playa y contemplaron la calma del mar ante ellos.
Se sentaron y James sacó una cajita que llevaba en su chaqueta.
-Sé que ya lo hemos hablado, pero quiero que te lleves esto.
-Espero que no sea lo que creo – dijo ella mientras la abría y descubría una alianza de plata con un pequeño y precioso diamante en forma de corona.
-¿Quieres ser mi esposa? Me iré contigo si hace falta, pero no quiero pasar un sólo día sin ti.
.... Continuará
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