jueves, 22 de noviembre de 2007

V. LOS OTROS

Estoy aturdido. ¿Cómo es posible? ¿En qué pesadilla estoy? Estoy seguro de haber entrado en la casa que tengo delante de mí y sin embargo al salir me la encuentro de frente.

No entiendo nada, siento que me fallan las fuerzas. Necesito tomar algo rápidamente.

Entro en el bar y voy directo a la barra. El camarero, un tipo con una cabeza que parece una bola de billar me analiza.

- Buenos días, caballero. ¿Le sirvo algo? - me pregunta.

- Un zumo de naranja natural, por favor - le digo mientras cojo un par de servilletas para secarme el sudor.

- Niño, ponle al señor un zumo de naranja - le dice a un muchacho que está preparando unos cafés -. Es la primera vez que visita este pueblo, ¿verdad? Soy Joaquín - me dice mientras me tiende la mano.

- Sí, supongo que es evidente - le respondo estrechando su mano -. ¿Cómo puedo llegar a la playa?

- Tranquilo hombre, tómose tranquilo su zumo y no tenga prisa - me dice mientras el muchacho me sirve el zumo que he pedido -. ¿Qué se le ha perdido en la playa?

- Estoy alojado allí, en una especie de club social. ¿Qué le debo del zumo? - le pregunto tras bebérmelo casi de un solo buche.

- No se preocupe hombre, le invitan los caballeros - me indica con la cabeza una mesa donde están sentados cuatro hombres tomando unas cañas.

Me vuelvo mirando fijamente a los ocupantes de la mesa, que me saludan con la mano alzada y siguen a lo suyo.

- Por cierto, en la playa no hay ningún club - me dice desde atrás Joaquín, que ha desaparecido al girarme.

Vuelvo a mirar a los cuatro hombres de la mesa. El más joven tendrá treintaytantos, el resto parecen mayores. El joven tiene el pelo moreno y lleva perilla. Los otros tres son uno moreno, uno calvo y uno de pelo cano. Parece que siguen a lo suyo sin que les importe que yo esté o no.

Vuelvo a sentirla. Esa presencia que me atrapa. Mi mente se nubla. Un escalofrío me invade todo el cuerpo. ¿Dónde estoy? ¿Por qué me pasan estas cosas? Ahora la siento con más fuerza. Es una mujer. Una vela la ilumina. Su pelo... su pelo... Otra vez se desvanece su presencia.

Vuelvo en mí. Sigo en el bar. Los cuatro de la mesa me miran. El más joven, comenta algo con el del pelo ceniciento. Me hace una señal para que me una a ellos.

Me acerco.

- Siéntate, por favor - me dice el calvo mientras acerca una silla y el moreno (el joven no, el otro) se aparta para que me coloque entre ambos.

Acepto la invitación un poco reticente.

- ¿Sabes quiénes somos? - pregunta el calvo.

- Si me decís que sois los cuatro jinetes del Apocalipsis soy capaz de creérmelo - respondo sin titubear - Sorpréndeme.

- Dios, este tío es bueno. Mejor de lo que nos habían contado - inteviene el joven de la perilla -. Supongo que has escuchado hablar de nosotros. Somos parte de un grupo llamado "los descifradores de enigmas". Mi nombres es Barco.

- Yo soy Takeo, y éstos son Fénix y Escorpión - dice el del pelo blanco y señala al calvo y al moreno respectivamente.

- Ya sabemos que has estado en contacto con El Club - me dice Barco.

- Sí, algo me han contado de vosotros. He conocido a algunos de ellos y me han explicado unos cuentos de indios y vaqueros que llevan su particular cruzada para salvar el mundo liderados por Lucía y por... espera, no me dijeron quién os lidera a vosotros.

- Eso es algo que de momento no te interesa - Interrumpe Takeo-. De momento estamos aquí para acercarte a La Verdad.

- ¿La Verdad? Mira, seguro que si hablo con vosotros me intentaréis convencer de que vosotros sois los buenos y ellos son los malos, al revés de lo que han hecho ellos. ¿Sabéis que os digo? Que me importan poco vuestras disputas.

- Estás muy equivocado, porque a nosotros nos importa bien poco lo que hagas con tu vida. Si fuera por nosotros te dejaríamos ahogarte en la playa. Pero hay alguien que quiere hablar contigo - dice Escorpión.

- ¿Quién? ¿Vuestro líder?

- No, es alguien a quien ya conoces, solo que aún no lo sabes - dice Fénix.

- ¿De qué carajo estáis hablando? - Digo mientras me pongo en pie bruscamente y golpeo la mesa con la palma de la mano.

- Venga, no me digas que no la has sentido - Dice Barco mientras se levanta para evitar que me marche - No me digas que no te mueres por conocerla.

- ¿De qué coño hablas? - Le digo mientras intento esquivarlo. Consigo que se parte y me voy hacia la puerta.

- De la dama misteriosa - Responden los cuatro al unísono, mientras me quedo paralizado en el umbral de la puerta.

*Este capítulo fue inspirado por la música de John Barry en "The Scarlet Letter"

De vuelta

Han pasado varios meses desde mi última aportación al blog.

El principal motivo es el abandono que tengo de mí mismo y el poco tiempo disponible, gracias a la presencia del joven Alejandro que ha llegado a iluminar mi vida y la de los míos.

Pero ha llegado el momento de continuar escribiendo.

Quizás sea buen momento por estar en la cama con una contractura en la espalda que me obliga a guardar reposo. Quizás sea porque tras leer el último libro de Somoza no soy capaz de leer nada en unos días. Quizás sea porque se lo debo a varias personas (entre ellas Somoza).

¿Sabéis que pienso? Que quiero continuar porque os necesito.

De momento sólo continuaré con El Club Somoza. Ya veremos si en futuro vuelvo a hablar de otros temas, pero por ahora... lo tengo claro.

¿Todavía no conoces el Club? Pues entonces no sigas leyendo, porque una vez se entra, no se puede salir.